Todo comenzó durante una lluviosa tarde de invierno. Gloin, Urgrimbol, Balfor, Romperunas y Bombur se reunieron en Villadorada. Cansados de comer y beber, que ya es mucho decir para unos enanos de pura raza, fueron a buscar algo de acción. Finalmente se dirigieron a Gadztezan, ciudad goblin, por recomendación de su antigua compañera elfa, Serblood. Allí encontraron numerosos elfos, orcos, trols, etc; a los cuales pudieron crujir, partir y hender sus hachas y martillos en sus no muy duros cráneos. Tras mucho pelear, los elfos enemigos decidieron salir corriendo, con su orgullo entre las piernas. Sin embargo, cuando nuestros líderes pensaban que la diversión había acabado, las elfas... quiero decir, elfos, volvieron, y lo hicieron acompañados por una legión de la horda. Nuestros camaradas y su amiga elfa se refugiaron rápidamente en una de las edificaciones del lugar. Afortunadamente, la astucia de Urgrimbol hurdió un plan para salir victoriosos. Mediante sus facultades ingenieras crearon yunques térmicos y taparon parcialmente la entrada, así se defiendieron de sus enemigos atrincherándose en aquella pequeña casa. Acabado el enfrentamiento, los enanos salieron gloriosos, aunque después de reparar la pobre casa, que apenas había resistido al asedio, y cuya dueña goblin había quedado traumada tras lo sucedido. A partir de ese día el nombre de los Enanos de Erebor resonó en las filas hordas, al igual que el grito: ¡POR KHAZ MODAN!