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El regreso del enemigo Cap.III

Tras el retorno de la Legión Ardiente, la Horda se dio cuenta de que los enanos no eran sus enemigos. El reino de Erebor había saldado su agravio y no haría ninguna acción más en contra de ellos, por lo que lo más acertado sería, a pesar del desagrado de muchos, unir fuerzas con la Alianza y los enanos para derrotar a la Legión de Fuego. Así, los enanos volvieron a unirse a la Alianza y se dirigieron los primeros hacia la Tumba de Sargeras.

 

Después de enviar a las fuerzas enanas lideradas por Balfor Hierro a la lucha por la costa abrupta, los demonios aprovecharon para atacarnos donde más nos dolía. Dun Morogh, el corazón del reino se vió amenazado ante la inminente llegada de demonios. El rey Gloin Martillopétreo no tardó en reaccionar y comandó a las tropas restantes a la batalla. Los demonios debían ser expulsados lo antes posible de lo alto de las montañas, pues era donde se había refugiado la mayor parte de la población enana que no sabía del arte del combate ante la vil amenaza. Cuando creían que los demonios habían  a sido expulsados, estos  emboscaron a los enanos en el Valle de los Reyes, en Loch Modan. Urgrimbol Barbarruna se sacrificó para defender el reino y a su rey, cubriendo el camino sur hasta su muerte y la de los que le seguían.
La distracción de Urgrimbol hizo que los girocopteros y aviones llegasen a tiempo a la batalla y descargasen todo su potencial contra los viles monstruos.

Si no hubiese sido por el sacrificio de Urgrimbol, de sus aptitudes innatas de estrategia y de su facilidad para acabar con los demonios, quiénes aborrecían la luz del paladín, muchos enanos habrían muerto ese día.

El funeral se realizó a la llegada de las tropas de la costa abrupta, que desgraciadamente se habían batido en retirada ante la superioridad del enemigo. En Kirthaven, las Tierras Altas, fue donde tuvo lugar el homenaje. Urgrimbol fue incinerado tras las palabras que le dedicaron sus amigos y compatriotas.

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Ahora los enanos tienen un nuevo agravio que tachar de su sagrado libro y no descansarán hasta expulsar a la Legión de Azeroth para siempre.

El equipo de montaraces, liderado por Ogmund Barbarruna buscaba incansablemente indicios sobre la muerte del Alto Comandante, en el cadáver del cual se habían encontrado flechas de origen élfico. El rey Gloin envió a un grupo de distinguidos enanos para ayudarles en la búsqueda. Entre ellos se encontraban Thorin Filo de la Muerte, Merida y Obús. Gracias a la ayuda de Mofur, el oso acompañante de Bifur, uno de los montaraces, consiguieron seguir el rastro hasta los Humedales, que se encontraban destruidos y corruptos por la magia vil. En su camino tuvieron que enfrentarse a orcos cultistas y un gran ogro consumido por la vileza. Tras un largo camino, Mofur condujo a los enanos a una cripta, al norte del lugar, en la que encontraron al verdadero asesino. El Señor del Terror Valthamir se había hecho pasar por Sylvanas, para crear una nueva guerra entre la Alianza y la Horda y, sobre todo, que Sylvanas fuese destruida. Después de acabar con diversos demonios invocados por Valthamir, este fue derrotado, pero antes de poder revelar información, desapareció mediante sus poderes de nathrezim. Se cree que ha ido a las Islas Abruptas a reunirse con los suyos.

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Mientras tanto, una carta del rey Anduin llegó a Forjaz. La Alianza se preparaba para asaltar las islas. Los enanos no tardaron en responder. Los ejércitos se preparan y la llamada a las armas ha comenzado.

Debido a su poca experiencia con los demonios, los enanos decidieron aliarse con la Orden del Alba de Plata para realizar de manera conjunta el asalto a las islas abruptas. La alianza no tardó en sellarse y las tropas enanas, acompañadas en su buque insignia por los miembros más destacados de la Orden, partieron desde el puerto de Menethil. Al acercarse a las islas la batalla no tardó en desarrollarse, innumerables demonios atacaron la flota y a las unidades aéreas de grifos y girocópteros que les acompañaban. Tras derrotar muchos de ellos un gran infernal colisionó con el buque insignia, dañándolo gravemente y causando estragos. Sin embargo, la destreza y coraje de la compañía, junto a quien se convirtió en el héroe de la batalla, Mohjir, paladín al servicio de Balfor que montaba su grifo acorazado, hicieron que el monstruoso demonio cayera en combate.

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Los enanos y la orden consiguieron llegar a tierra y establecer su campamento al norte de Monte Alto. Aquella zona parecía libre de demonios, al menos, durante los primeros días...

Tras días de continuos ataques a su nuevo campamento, decidieron abandonar el lugar, puesto que la guerra de desgaste acabaría con ellos tarde o temprano. Ante una distracción de los demonios liderados desde la costa abrupta, el ejército marchó hacia Tormenheim, para así buscar ayuda en los vrykuls y en el mismo Odyn. Tras horas caminando, la compañía decidió descansar en las inmediaciones de Tormenheim, atentos a cualquier movimiento extraño. Cuando la noche lo cubría todo, algo inesperado sucedió. Unos enormes dragones infestados por magia vil atacaron al ejército, al cual pillaron desprevenido. Finalmente, tras una larga y costosa batalla, la druida Janyo consiguió vencer a la más grande de las bestias con un golpe mortal.

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La batalla había acabado con éxito, pero muchos murieron abrasados por las llamas de dragón. El mismo rey Gloin quedó malherido, de forma que fue transportado de urgencia a la entrada de las Cámaras del Valor. El orgulloso y poderoso Odyn jamás les hubiese dejado entrar si la situación no hubiera sido esa. El guardián titánico sabía que no podría acabar con los demonios el solo y un ejército le ayudaría enormemente a defender sus dominios. Así, Odyn dejó refugiarse a los enanos y a sus aliados en el piso más bajo de las Cámaras del Valor, donde estaba permitido que los vivos entrasen con la aprobación de su maestro, y en la aldea vrykul más cercana.

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Una nueva alianza fue forjada, ahora la gran compañía se prepara para hacer de nuevo frente a los demonios en las islas y vengar de una vez por todas la muerte del venerado comandante Urgrimbol Barbarruna.

Tras varios ataques de la Legión a las cámaras del valor, se consiguió capturar a uno de los comandantes demonios y, después de un largo y duro interrogatorio, se le consiguió sacar la información que tanto deseaban los enanos. El comandante reveló que el señor del terror Valthamir se encontraba en una isla separada de la costa abrupta, por lo que se envió un grupo de espías para comprobarlo. Al parecer lo que había dicho el demonio era cierto pero, Odyn, lejos de dejarle marchar, lo encerró en una prisión bañada por la luz.

 

Una pequeña compañía, de unas diez personas y liderada por el mismo rey Gloin, recientemente recuperado de su herida, se aventuró a entrar en aquel lugar plagado de demonios y vileza. La enorme cantidad de tropas de la Legión dejó perplejos a los aventureros, que intentaron evadir toda batalla y acabar con Valthamir. Una vez en la isla en la que se encontraba, todo parecía en calma, algo que no les gustaba. Dieron varias vueltas sin separarse, hasta que el nathrezim les tuvo donde quería. La tierra tembló y una gran grieta se abrió en el suelo, muchos consiguieron no precipitarse por ella, sin embargo el rey Gloin calló junto a otros tres más. Rápidamente, el resto de la compañía encontró la entrada de una cueva que les llevaría a donde se encontraban. Allí, se produjo la pelea contra Valthamir.

El señor del terror tenía la situación controlada, los héroes iban cayendo uno tras otro. No obstante, el confiarse demasiado le hizo distraerse, hecho que la paladina Burisal, de la Orden del Alba de Plata aprovechó para derrotarlo. Valthamir quedó tirado en el suelo, agonizante. Gloin se acercó a él con dificultad, pues la caída había sido dura, y pronunció unas palabras. 

 

Valthamir, engendro del mal... Debiste pensarlo dos veces antes de enfrentarte a nosotros, al igual que también debiste hacerlo antes de atacar nuestro reino. ¡Antes de asesinar vilmente al Comandante Urgrimbol Barbarruna!

 

El señor del terror reía, al tiempo que su sangre vil emanaba de su boca.

 

Debió ser de sus hijos el privilegio de hacer justicia hoy aquí y vengar el agravio. Sin embargo, eso no ha sido posible y no podemos arriesgarnos a intentar capturarte. De este modo, yo mismo me veo obligado a hacer justicia... ¡Por Urgrimbol! ¡Por Erebor! ¡Por Azeroth!

 

Los gritos del enano retumbaron por toda la cámara y Gloin cortó la cabeza de Valthamir con su hacha rúnica. El señor del terror que tanto daño había causado al pueblo enano había muerto.

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Ahora ya puedes descansar en paz, hermano.

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Acabó diciendo.

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