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El capítulo IV sucede cronológicamente después de la expansión de Legión. Esto no significa que no vayamos a continuar con la trama de Legión, sino que desarrollaremos ambas a la vez antes de terminar con el rol de Legión. 

Los Dioses Oscuros Cap.I​V

La paz poco dura en este mundo. Tras derrotar a la Legión, los enanos han vuelto a su hogar, pero los chamanes alertan que algo sucede en sus tierras. Los elementales campan a sus anchas por el este de Khaz Modan, muchos de ellos enloquecidos, causando estragos y matando a la población, que huye atemorizada de sus hogares.

 

Tras esta situación, el rey Gloin adoptó medidas de seguridad, envió soldados a fortificar las aldeas y encomendó a su fiel amigo y comandante Callusbonus la tarea de liderar un reducido grupo para descubrir lo que sucedía. La mayoría de chamanes o habían quedado heridos tras la guerra contra la Legión, o se encontraban con la mente perturbada y aturdida, al igual que lo estaban los elementos.

 

Con la intención contactar con el espíritu del sabio maestro chamán Balin en el Monte de los Espíritus, en las Tierras Altas Crepusculares, Callusbonus ordenó a un distinguido grupo de enanos reunirse en Kirthaven. Entre los enanos que conformaban dicho grupo se encontraban un mago elementalista del fuego, un brujo capaz de distinguir multitud de maleficios que podrían estar afectando a los elementos, así como distinguidos guerreros y fusileros y expertos en explosivos que se encargarían de la seguridad de la compañía.

Tras intentar contactar con el anciano en la cima del monte y fracasar, se decidió ir a otro lugar más ligado a los elementos, el Círculo de los Elementos. Sin embargo, el viaje no fue sencillo, ya que tuvieron que atravesar una zona en llamas y enfrentarse a elementales de fuego, algo que casi se cobra con la vida de dos miembros del grupo. Al llegar al Círculo, Balin se apareció ante ellos, diciéndoles que debían ayudar a los dragones del vuelo rojo alojados en el Reducto del Bermellón, pues serían atacados en cuestión de horas por una gran horda de elementales. Ni el sabio chamán sabía que sucedía, lo que sí sabía era que la última vez que los elementos estuvieron tan agitados fue durante el Cataclismo, con las constantes torturas del Martillo Crepuscular sobre los espíritus elementales: aire, agua, tierra y fuego. 

La compañía necesitaría de un maestro chamán que les ayudase, alguien con la capacidad de contener a los elementales y minimizar sus daños. Cómo un milagro del cielo, Bombur, que llevaba más de un año desaparecido, descendió a lomos de su grifo, ahora más fuerte que nunca. El grueso enano llevaba todo este tiempo vigilando al Martillo Crepuscular, y ahora había que tomar medidas. Al momento un gran elemental de tierra atacó el Círculo, y Bombur, con la ayuda del resto del grupo, consiguió someter y tranquilizar a dicho elemental.

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A lomos de unos grifos, los enanos llegaron finalmente al Reducto del Bermellón, en el que una gran batalla entre dragones y elementales se desarrollaba. La compañía no tardó en actuar y combatieron multitud de elementales. Cuando la lucha parecía acabada, un crepuscular, que se hacía llamar el Cultor Oscuro, imbuyó a un elemental con el poder oscuro y corrupto del vacío. El elemental terráneo multiplicó su tamaño y su daño, haciendo que algunos cayeran en la batalla para poder derrotarle. El cultor, tras ver su derrota, se hizo desaparecer del lugar.

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Tras la valentía y heroísmo demostrado por los enanos, y a sabiendas de que el Reducto habría sido destruido sin su ayuda, el dragón aspecto Caelestrasz, sanó las heridas de los que habían sido derrotados e hizo que recuperasen el conocimiento. Al momento, la figura de Balin reapareció, denotando que los elementos habían conseguido coger fuerza después de aquello y advirtiendo al resto de enanos que la batalla contra el Martillo Crepuscular y sus pérfidos dioses solo acababa de empezar...

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